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Primero que todo felicitar por el nuevo año 2015 y espero que disfrutaras de las pasadas fiestas navideñas.

Las fiestas navideñas son una época donde el consumo se dispara, pero también aflora más la solidaridad de la gente, haciendo que personas necesitadas sean más felices (seguro que aun te acuerdas del anuncio de la lotería de navidad). Pero este año que dejamos atrás en el camino ha sido también un año donde se ha hablado largo y tendido de la economía colaborativa.

¿La economía colaborativa es nueva? No, siempre ha existido. La diferencia hoy en día es que gracias a las nuevas tecnologías, internet y los Smartphone, se crean redes más grandes de usuarios de éste tipo de economía. Antes de que internet nos uniera a todo el mundo, mis amigos y yo compartíamos desde juguetes, hasta libros, películas (VHS), revistas, etc. Aquel amigo que tenía en su casa un radiocasete con dos pletinas era el que nos hacía copias de música, de un casete a otro, ya fuera de música grabada directamente de la emisora de radio o de un casete original, comprado en alguna tienda. Hoy en día y con la ayuda de internet, eso se hace a gran escala, comprando un solo disco, millones de personas pueden tener la música que contiene. A la industria discográfica eso le supone muchas pérdidas y por eso luchan por evitar la piratería.

Durante el 2014, los noticiarios y periódicos han dedicado gran parte de su tiempo y de sus páginas a la economía colaborativa, sobre todo a empresas como UBER o Airbnb, que han tenido gran éxito (y grandes beneficios económicos), ocasionando pérdidas entre los profesionales del sector turístico y los taxistas. Pero la economía colaborativa no son solo estas dos empresas. Hay otras muchas como BlaBlaCar, donde su filosofía es la de compartir los gastos del viaje y no la de obtener unos beneficios por llevar a pasajeros.

Pero ¿por qué se da mayor repercusión mediática a los casos más polémicos y menor a los que si aportan muchas más ventajas que inconvenientes? Se podría hacer referencia al sistema económico actual: el consumismo. Para seguir «creciendo» hay que seguir consumiendo y para que el cliente tenga la necesidad de consumir debe tener muy arraigado el sentido de la propiedad.

 «lo mío es mío y de nadie más y solo lo uso yo» 

Se ve a primera vista que la economía colaborativa no ayuda a que el consumismo crezca tanto y tan rápido. Si dispongo de un coche que solo lo uso unas pocas horas a la semana (me desplazo y lo tengo aparcado la mayor parte del día), ¿por qué no llegar a un acuerdo con otra persona que no tiene coche y que lo necesita para dejarle el mío a cambio de que cubra los gastos o me pague una cantidad de dinero? El primer motivo por el que muchas personas se niegan a «prestar» su coche es el comentado más arriba, el sentido de la propiedad. Otro motivo es la seguridad, estar seguro que nos van a devolver el coche en igual estado, que me va a pagar lo acordado, etc. Para el segundo motivo hay una solución, que cada vez es más escasa, pero sigue resistiendo como una aldea gala frente a los romanos. Estoy hablando de la CONFIANZA. Uno de los pilares de la economía colaborativa es la confianza, el que presta algún recurso debe de confiar en la persona a la que se lo presta y de forma inversa también.

Voy a explicarlo con un ejemplo:

La próxima semana me voy a un pueblo de la provincia de Zaragoza a visitar a un cliente. No serán más de dos días, pero aparte del coste del trayecto, necesito también un lugar donde dormir y donde comer. Puedo hacer varias cosas con los gastos, que los asuma el cliente (multiplicando varias veces el importe por el que normalmente cobro por mis servicios), asumir los gastos yo mismo (sufriendo pérdidas por un proyecto que no se seguro si se va a llevar a cabo y, por lo tanto, cobrar por el mismo) o buscar personas que me puedan ayudar con los gastos usando la economía colaborativa.

¿Cómo me pueden ayudar esas personas? Es bien sencillo gracias a las plataformas que hay en internet y que promueven diferentes movimientos dentro de la economía colaborativa. Vamos por partes:

– Para no tener tantos gastos en el trayecto, puedo buscar gente que tenga interés de viajar de Valencia a Zaragoza. Usando diferentes plataformas de contacto entre conductores y viajeros para compartir coche, así reparto los gastos del viaje, reduciéndolos en un 60-80%. Para el viaje de vuelta haría lo mismo pero gente que quiera viajar de Zaragoza a Valencia.

– En cuanto a los gastos de la cena, podría ver si hay gente que le encanta abrir su casa para que desconocidos cenen con ellos y así comer algún plato típico del lugar a un módico precio.

– En el alojamiento hay diversidad de opciones dentro de la economía colaborativa. Desde pagar un precio (menos dinero que un hotel o incluso que un hostal) a algún vecino para que me deje dormir en una habitación vacía de su casa o intercambiar temporalmente una de las casas del pueblo por la mía. También hay redes de personas que te permiten dormir en su casa a cambio de realizar algunas tareas del hogar, como puede ser una persona mayor que necesite ayuda para realizar alguna tarea y a cambio ofrezca un lugar donde dormir.

– Por último, cabe la posibilidad que en dicho pueblo de Zaragoza exista un espacio de Co-working. Un espacio donde varias personas se dedican a trabajar en sus proyectos y que suelen ofrecer despachos para realizar reuniones, además de conexión a internet y otras facilidades para los emprendedores.

Como has podido comprobar, la economía colaborativa te permite gastar menos dinero e incluso ayudar a la gente que te ha ayudado a ti, por lo que no solo se obtiene un rendimiento económico, sino también mayor felicidad.

¿Debería regularizarse la economía colaborativa? Sí y no. “Sí” para aquellos casos en los que la confianza es escasa y se necesite un método legal para que los participantes de la economía colaborativa confíen tanto en la plataforma como en las otras personas (por ejemplo, en el caso de las finanzas y los chiringuitos financieros). Pero “no” si dicha regularización limita a la economía colaborativa y a sus participes, ya que como se está demostrando actualmente, la falta de regularización no impide que muchas personas puedan seguir adelante con la ayuda (no necesariamente gratuita) de otras tantas que prestan aquello que tienen y no utilizan todo el tiempo.

Al final y como conclusión, la economía colaborativa ha sido un cambio «acelerado» por la crisis económica actual, distribuye mejor los recursos existentes, mejorando el medio ambiente. Además, de ayudar a muchas personas, entre ellas a ti, y crear mayor confianza entre las mismas.

Este es un tema que da opción a multitud de opiniones, así que te invito a que dejes la tuya al final del artículo.

Jaume Albors Giménez

Asesor financiero independiente.

Fuentes:

economistasfrentealacrisis.

consumocolaborativo

elviajero.elpais

 

 

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